Bueno, como que me dieron ganas de subir algo al blog. Así que lo hago. Lol.
En fin, como que subo un fragmento de una cosa más larga que estoy escribiendo, que al final no sé si va a ser un drama, o una novelita, o que weá.
Lo sé: soy tellible de artistoide por haber dicho eso. Pero cosas de la vida.
Bueno, aquí va. Espero que no sea muy largo para el formato blog. Chau.
"Hitler y la Teoría de los Testículos"
-Ven acá, Orlando. Seguramente tu padre te contó que aquel Hitler del que hablaban tanto en aquella época era una persona maligna, ¿no es cierto? –asentí con la cabeza- Me lo suponía. Pero... ¿te explicó por qué era una tan malvado y retorcido?
-No –dije yo.
Mi abuelo esbozó una sonrisa.
-Acércate –dijo-, te lo explicaré.
ABUELO: Muchos científicos de hoy en día creen que lo saben todo. Que todo puede resolverse con su famosa ciencia. ¡De que el mundo, prácticamente, les pertenece! Pues bien, mi querido Orlando, seguramente oirás muchas teorías disparatadas de porqué Hitler hizo esto y aquello: mala crianza, experiencias traumáticas en la Primera Guerra Mundial, la situación catastrófica en la que se encontraba su país, y un largo etc. Pues bien, la razón de porqué Hitler es tan malvado es mucho más simple de lo que todos creen. Hitler, hijo mío, tenía un solo testículo.
Así es. Un solo testículo. Es algo que pocos saben ya. ¡Sólo los viejos fósiles conocen aquellos secretos de la guerra! Cosas que no salen en los periódicos, pero que se transmiten de boca en boca. Conocimiento no oficial, pero que vale más que toneladas de oro. ¡Es el conocimiento de los ancianos! Cosas que no escribiremos y que morirán una vez que nosotros muramos.
Pero en fin. Seguramente te estarás preguntando cómo es que Hitler tuviera un solo testículo le hiciera tan completamente maligno. Escucha bien, hijo mío. Lo que estoy apunto de contarte es sabiduría ancestral que ha sido transmitida de generación en generación:
La mujer siempre ha sido un misterio para nosotros, el hombre. No sabemos cómo funciona. Cuando crezcas, probablemente muchas veces te lleves las cabezas a las manos, exclames “¡mujeres!” y te quejes que no las entiendes. No te aflijas. Nadie, nadie las entiende. Y el que dice que lo hace, pues bien, está mintiendo–el abuelo empezó a hacer gestos con sus manos, alzando los brazos al aire-. ¡Son una maraña de sentimientos, pensamientos, emociones, sensibilidad, contradicciones...! ¡Lo son todo y nada al mismo tiempo!
Pues bien. Al contrario, nosotros, los hombres, largo tiempo ya que hemos descubierto nuestra forma de funcionar. ¿Ves para donde estoy yendo? ¿No? Pues seré más específico –se acercó a mí y bajó la voz, como si estuviera confiándome un secreto-. ¡Hemos descubierto físicamente donde se concentran todas nuestras cualidades positivas y negativas!
-Así es. Todas nuestras virtudes y defectos están concentrados en partes físicas de nuestro cuerpo. ¿A que no adivinas dónde? –hizo una pausa-. Pues bien, en los testículos, mi pequeño Orlando. Toda nuestra espiritualidad está encerrada en nuestras bolas. ¡Todo aquello que parecieras sentir en tu pecho (tristeza, alegría, euforia, nostalgia...) son emociones que en verdad provienen directamente de tus testículos! Después de todo (je), es ahí donde nace la vida.
-Déjame explicarte más sobre esta “Teoría de los Testículos”. Como dije antes, tienes toda tu espiritualidad en ellos. Ello significa que tu alma, tu propia alma, está encerrada en aquellas famosas bolas. Tu alma, llena de tus matices propios, de tus talentos únicos, así como tus vicios más inmundos, está ahí abajo. El ying y el yang, hijo mío. El bien y el mal. La virtud y el defecto.
Ahora bien, cada testículo representa, por defecto, un polo de tu ser. La parte oscura de tu persona en un testículo y la parte luminosa en otra. Podríamos decir, redondeando, que uno de tus testículos contiene toda la maldad en ti y el otro todas tus virtudes.
Ya sé que lo piensas, Orlandito. Seguramente te estás preguntando: “pues bien, abuelo, si una de mis bolas contiene toda la malignicidad que llevo adentro, ¿por qué no me lo corto? ¿No sería de esta forma un hombre mejor? ¿De hecho, abuelo, no sería el mejor hombre que pudiese aspirar a ser? ¿Y por qué no todos los hombres hacen lo mismo? ¿Cortarse el testículo maligno? ¿Vivir sólo con uno, con el bondadoso, el virtuoso, el luminoso, y hacer el sueño de una sociedad perfecta con gente más bondadosa, amable y grandiosa más cercano? ¿Por qué no todos los hombres nos extirpamos el testículo maligno, y vivimos en paz y en armonía con nuestro testículo restante?
Pues hay un gran problema, mi pequeño. ¡No sabemos cuál testículo contiene el polo malvado! Varía en todo los hombres, nunca es igual para todos. Podrías estar cometiendo el error de tu vida cortándote un testículo, hijo mío. Sí, de acuerdo; podrías convertirte en un nuevo Gandhi, en un nuevo Martín Luther King, o incluso Jesús (¡quién sabe!) si te extirpases el testículo maligno. ¡Pero cuidado, hijo mío, si llegaras a cortarte el testículo bondadoso! ¡A saber en qué te convertirías! ¡Toda la bondad se iría para siempre de ti! ¡Te convertirías en un monstruo! ¡En un asesino! ¡En una bestia sedienta de sangre, una criatura mentirosa, tramposa, vil, inmunda, sucia, cruel, despiadada...! Nunca lo hagas, nieto. ¿Me oyes? Hay un 50% de que te transformes en algo que no te quiero ver convertido. Y eso es una probabilidad muy alta.
Ahora bien. Volvamos a Hitler. Oh, este Hitler. Era un joven alemán como todo el resto de los otros. Un buen día lo llamaron a la guerra, le pasaron un fusil y lo tiraron al frente. Lo hirieron. Regresó a su casa. Pero el pequeño y adorable Hitler que había abandonado el hogar lo había hecho para siempre. El joven alemán que regresó era el Anticristo personificado. El ser más terrible que uno jamás se pudiese imaginar. Malvado hasta la último podrido átomo de su cuerpo. ¿Y sabes por qué?
El abuelo me miró fijamente. En sus ojos había la fuerza de un hoyo negro.
-¡Porque Hitler perdió uno de sus testículos en la guerra! Así es. Hitler, armado de sólo un fusil, corrió a territorio enemigo (más específicamente, francés) aullando gritos de guerra y predicando la muerte a todo aquel que se le cruzara en frente. Y un joven francés, que le vio venir entre todo aquel humo y griterío, quiso darle una lección al arrogante joven alemán que se acercaba a su trinchera y pretendía salir intacto. Si aquel joven francés hubiera tenido mejor puntería, mi nieto, quizá nunca hubiera habido una Segunda Guerra Mundial. Pero (lamentablemente) ese no fue el caso. El joven francés del cual te estoy hablando sólo tenía 17 años, había sido enrolado a la fuerza y sólo había tenido una semana de entrenamiento. Pues bien, cuando vio al joven Hitler correr a su trinchera, supo que el momento de actuar había llegado: cargó su rifle, apuntó a la cabeza, apretó los dientes, cerró los ojos y apretó el gatillo.
Cuando los abrió, vio a lo lejos al joven Hitler en el suelo. Vive la France!, pensó el joven francés. Je l’ai tué. Y luego miró a otro lado, buscando a otro enemigo en el cual usar su recién estrenado rifle.
Distinta hubiera sido la historia si se hubiese fijado en el joven Hitler unos segundos más. Porque (como todos sabemos) el joven Hitler no estaba muerto. El joven francés, cuando cerró los ojos, desvió su rifle hacia abajo y el disparo vino a darle a uno de los testículos del futuro Führer. Hitler estaba en el suelo, gimiendo de dolor, agarrándose la entrepierna y descubriendo en esos instantes que uno de sus testículos había reventado. Y fue en ese momento, Orlandito (¡en ese momento!) en que todo el resto de humanidad que quedaba en Hitler se perdió para siempre. Las virtudes que habitaban en él fueron inmediatamente devoradas por sentimientos malignos; su corazón se llenó de odio a los judíos y su cerebro se contaminó de ansias belicosas. Hitler, finalmente, se había transformado en lo que conocemos hoy: ¡en el ser más malvado de la Tierra!
Silencio. El abuelo me mira fijamente.
Papá se acerca.
PAPÁ: Bueno, ¿y de qué hablan tanto, ustedes dos? (Me mira. Mira al abuelo. Pausa larga). Oh, mierda. Le contaste la Teoría de los Testículos.
ABUELO: ¡Pues ya estaba en edad para conocerla!
PAPÁ: (a mí) Escúchame bien. Olvida todo lo que acaba de decir el abuelo. No son nada más que una sarta de estupideces.
ABUELO: ¡Estupideces tu abuela, que en paz descanse! ¡La Teoría de los Testículos es conocimiento popular! ¡Un secreto pasado de generación en generación!
PAPÁ: Oh, cállate papá. ¿Sabes cuánto tiempo creí que tu teoría era realmente verdad? ¿Sabes cuánta vergüenza he pasado en mi vida gracias a tus famosas enseñanzas? No hay ningún testículo que contenga el Bien ni otro que contenga el Mal. Son solo eso, papá: testículos.
ABUELO: (suspira) A ti no te pude enseñar, por lo que veo. Tal vez tu hijo comprenda mi sabiduría.
PAPÁ: Lo dudo. (a mí) Vete a jugar con mamá. Tengo que tener algunas palabras con tu abuelo. (Me quedo quieto. Papá frunce el entrecejo). Ahora.
Obedezco.
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7 comentarios:
Esto explica muchas cosas.
Oh! y Tom Green?
Está la raja, pedro.
Jjajajajaja, mira tú pedrusco, me hiciste reir mucho! A pesar de ser largo para el formato blog, se lee al toque, ¡sos la ironía en risa clara!
Me gustó,es notable cuando se nota que sale tan fácil hacer que rían, como si tu lápiz, o lo que sea con que escribes, supiera siempre para dónde va y cómo va. Me agrada tu estilo.Muestra-te más,jaja.
a ver a ver. pedruskoni. Que te puedo decir que no te haya dicho antes. me has hecho reir mucho, pero lo importante de este comentario viene ahora; no es que hagas reir con cosas faciles, juegas un poco cruentamente, un poco en broma. no se me ocurren muchas buenas formas para decirlo. Pero me estoy riendo de Hitler? o me estoy riendo de la estupidez crónica que nos acecha? no se bien aún, tendre que re-releerlo. saludotes.Lore
Nono, no quice decir que hiciera reir con cosas fáciles -al contrario y eso es lo bueno-.sino que se lee como si al escritor se le hicera tan facil hacer reir. No es rebuscado, es como tan espontaneo,no me imagino craneando cada frase, pero asi tal cual, estruja la carcajada. temas densos, tan cruentos como el gran demonio del mundo moderno, son tratados con la ironía suave y lo grotesco. a eso apuntaba, la risa clara, espontánea, que se mete en el juego, o la broma.
jajaj cami mal entendido... yo no lo decia por ti. lo decia porque queria decirle algo que nunca le habia dicho a pedro; siempre le digo que me hace reir mucho, pero nunca le digo bien el por qué, ahora se lo trate de explicar. la risa aflora también en lo mas sordido, y creo que tienes esa pluma que hace las cosquillas molestas y muy risueñas.
Lore
guau.
hum, gracias =P
de ahí comento los poemas de la camila. me sentiría muy mal si no lo hiciera ahora. jajaja.
chau.
Oh! jajajaja, todo bien lore, todo bien.
Saludoos!!!
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